jueves, 15 de octubre de 2015

GUERRA EN EL OLIMPO FEMINISTA

Leo desde aquí, De nuevo. Os leo desde aquí, mientras me vais leyendo, Ha sido un verano intenso. Un verano grande como un helado grande. Un verano lleno, cargado de buenas noticias. Y he vuelto a asomarme aquí, con el frío, las nieblas y los estractores atacascados de las cafeterías periféricas. 
Hace tiempo que no creo en los mitos. Los gurús de cualquier cosa se me figuran tótems hieráticos incapaces de mantener el equilibrio más allá del tiralíneas con el que está concebida su figura, pero el logos tampoco me parece de fiar. Los mitos, como los tótems, funcionan un tiempo. Porque son gloriosos y propagandísticos, porque respiran todo el aire importante que debe de oxigerar el cielo allá arriba, más allá de nuestras cabezas; allá arriba, más allá de la horizontal en la que nos movemos, sintagmáticos, los flexibles, los doblegados, los sintagmáticos, los de cintura quebrada en escorzo permanente. Luchar contra la jerarquía es una quimera. Peor aún, es una aporía. Pues ¿qué lucha os viene que no sea jerárquica?. ¿Qué clase de lucha no es, a fin de cuentas, una suerte de pirámide belicosa?

Hace apenas unos días, la feminista Beatriz Gimeno escribía en su facebook un texto en el que se tachaba de "anacronismo" toda crítica al proceso de colonización/devastación del continente americano, argumentado que entonces, la colonización "no podía hacerse de otra manera". Cito textualmente:

"Ni por asomo se me ocurriría celebrar ninguna fiesta patria porque todo ese asunto me la trae al pairo. Pero también creo que tratar de colonialismo o genocidio, en el siglo XVI, la gesta (no en el buen sentido) americana es un anacronismo. No es que estuviera bien, es que, seguramente, no había otra manera de hacerlo. Dos siglos después ya era otra cosa. Y en el XX, definitivamente, otra. Mi opinión es que no deberíamos aplicar tan ligeramente conceptos de ahora a un mundo que era otro. Para colonialismo, el de ahora; el de Telefónica. (Y sí, ya sé que voy a ser muy criticada) Pero repito: es un anacronismo".

No me sorprende que una mujer que entiende el feminismo y los activismos queer de manera estanca, que está alejada de las intersubjetividades de los principales agentes que intervienen en los contextos relacionados con el género y la sexualidad (su postura abolicionista respecto a la prostitución es bien conocida, así como su oposición frontal a la lactancia materna, sin ser ella nada de eso) haga estas afirmaciones. No me sorprende que una líder, una tótem feminista diga cosas semejantes. Era del todo esperable, de alguien que no entiende que la lucha  feminista es, en verdad, una lucha animalista, pues al feminismo lo a(trans)viesa todo ser despojado de privilegio y de respeto, incluidos, por tanto, los animales (conocida es su postura abiertamente protaurina).

Tampoco me sorprende que los mentideros feministas ardan. Que si esto, que si lo otro. Y menos aún, que otro totem del feminismo, otra figura que juega en la línea paradigmática, de la de abajo arriba, pierda un minuto en arremeter contra el tótem primero, no sin razón, claro, pero ya se sabe que de tótem a tótem, taconazo. El segundo tótem, para argumentar contra el primero, juega sus cartas en una curiosa liga, que consiste en que es más mejor feminista, quien menos privilegios detenta, constituyéndose aquí, una suerte de curiosa paradoja, que unge, dentro del feminismo, a quien menos ungida está en el mundo de verdad, verdadero, el del patriarcado, y el mal, y el capital, y tal. Itziar Ziga, figura referente del (trans)feminismo patrio, poder y privilegio que, le guste o no -sospecho que sí- detenta, arremete, como digo,contra Tótem 1, argumentando así. Cito textualmente:

"las feministas negras, moras, indígenas, gitanas o abertzales hemos sido señaladas a menudo y encubiertamente como traidoras a nuestro género por aquellas que pretenden que traicionemos a nuestro pueblo. No es casual que el feminismo que insiste en que nos unamos todas sólo contra la opresión de género venga de mujeres blancas que no proceden de un pueblo perseguido ni colonizado".

Comparar la presión a la que tradicionalmente han estado expuestos los colectivos feministas negros, moros, indígenas o gitanos con los"abertzales", me ha dejado el culo girado, pero que ése colectivo, "abertzale", no sea considerado "blanco", ya me ha dejado loquer del todo. 

El giro argumental de Tótem 2 contra Tótem 1, podría quedarse en eso, en una pirueta trasfeministómetra, a ver quién tiene más "caquita" encima y por tanto más potestad para hablar y, sobretodo, para estar en lo cierto, (el a ver quién la tiene más grande de toda la vida) si no fuese porque, hace unas semanas, Tótem 2 desautorizaba como "feministas" a quienes habían considerado que el grupo de música Penetrazión Sorpresa era un grupo de clara filiación misógina, que alentaba en sus letras y en su propio nombre, a la violación y más vejaciones. Algo que para ti, para mí y para mi abuela, que no somos tótems ni nada, que somos gente a duras penas, resulta más que obvio, pero para Tótem 2, no. Para Tótem 2, las feministas que los boicotearon son unas locas del coño agresivas que atacaron sin piedad a los pobres muchachos cantarines. Dicho con otras palabras, y desde un altavoz como Gara (no desde los blogs y los tuiters y los feisbuks que usamos los mortales de la horizontal, sino desde los atriles de los periódicos con línea editorial), pero dicho, al fin y al cabo. Y si no lo creéis, pues lo leéis aquí, que a mí me da toda la pereza. 
Hace unos cuantos días, otro incendio feminista-dialéctico incendiaba tuiter. Alguien tuiteaba algo a cerca de cómo los cuerpos trans eran invisibilizados sistemáticamente en las manis feministas, a través de, por ejemplo, metáforas como la hipervisibilización del coño, hasta convertirlo casi, como la misma polla, en algo "totémico". Y otro Pornotótem entraba en el debate (bien, debate por fin), pero flameando un poco al estilo de los dioses. 

Se puede discutir y tal, estar de acuerdo o no, pero me temo que ese momento ha llegado. 

Ciertos coños-tótem gobiernan el mundo del feminismo, desde unas esferas olímpicas inimaginables para nosotrxs, lxs simples mortales de la horizontal, lxs beacrixs del feminismo. Os dije que era una aporía. Lo de lucha y feminista. Aporía. Lo de acabar con las jerarquías a través de las gurús, las profetas. A-po-rí-a.
El resto de Tótems, calla. Pueden o no estar de acuerdo, pero ya saben cómo son los pactos entre caballeros. Hoy por ti, Zeus, mañana por mí, Cronos. 

Y no me parece feo el debate, de hecho, ojalá el debate; lo que me parece impropio es la ostentación de la supremacía desde el feminismo, que es justo lo contrario a eso. Lo que me parece del todo inoportuno es usar el feminismo como algo que puede ser arrojado a la cara. Hacerlo desde la superioridad moral de quien se cree más lista y más culta, o desde la superioridad moral de quien se cree más despojada de privilegio y más fuerte, no creo que difiera demasiado. 

Una vez, Tótem 2, dijo que lo que no debe volver a ser nunca el feminismo es la excusa para que unas mujeres manden callar a otras. Yo creo que Tótem 2 llevaba razón cuando dijo eso. Pero yo ya no creo en los tótems. Porque respiran allá arriba aire endemoniado y porque con los tótems me pasa últimamente, lo mismo que a Loriga con la memoria: que les tiras un palo, y te traen cualquier cosa.  Por eso les pediría que bajaran a la tierra media. Que fingieran ser humanas y pisaran un poco la horizontal. Que crecieran como humanas no totémicas, como las feministas que son, no como las profetas que representan, y que recuperaran discursos que aún están por venir, debates por proponer. Que se equivocaran, faltaría más, pero que reconocieran su derecho al error, y a la rectificación. Que se pensaran, que se re-pensaran. Que crecieran hacia abajo y se recordaran de hoy en adelante, pues pobre es la memoria que sólo funciona hacia atrás.