martes, 21 de mayo de 2013

PUERTOS DE MONTAÑA

Iba a hacer una entrada -que otro día haré- sobre el equivocado concepto de "lenguaje inclusivo" que tiene -o tenemos, muchas veces- el grueso de la sociedad, pero me topé con el proyecto de Óscar D'Aniello (Delafé en Delafé y Las Flores Azules) y quise compartirlo con vosotrxs. "En el fondo -dice él-, se trata de ir a lo conocido, el pueblo de mi padre, desde lo conocido, pero atravesando lugares que no conozco". Llevar las cenizas de su padre hasta el pueblo de éste, un pueblo con nombre de 'deseo' -Desio-, muy cerca de Milán, pedaleando en su bicicleta desde Barcelona. Porque su padre y él ya tenían los billetes de tren comprados para hacer ese viaje, pero el cáncer llegó antes, la prisa llegó antes, y la muerte, que siempre esprinta en las líneas de meta, ganó por la mano. 

En realidad, la muerte te sitúa en lugares estratégicos. Y te hace escribir poemas, o dejar de escribirlos, llegado el caso. Te lleva a pedalear desde Barcelona hasta Milán y a ser un poco Ulises y Penélope al mismo tiempo, porque avanzas con la esperanza de hacer más llevadera la espera y esperas, qué demonios, con la intención de avanzar mientras tanto. He visto también algo propio en todo esto. Algo cercano. 12 días dando pedales hasta el lago di Como para hundir en él las cenizas de su padre y la bicicleta que le ha llevado hasta allí. Y hundirlas hasta el fondo, en las aguas de uno de los lagos más profundos de Europa, con forma de cuadro de bicicleta. Porque a veces las metáforas se parecen demasiado a sí mismas y unx no sabe hasta dónde Penélope, hasta dónde Ulises, hasta dónde Homero y hasta dónde el deseo de confabularse en los tres. 

Por eso, llegado el caso, lo mejor es cantarlo, si se puede, contarlo, si es posible, y hacer que las cosas crezcan, incluso las que no están; hacer que todo amanezca, de algún modo, ser Ulises y Penélope. Ser Homero, al mismo tiempo, releerse, y sudar la camiseta en los puertos de montaña.