miércoles, 2 de mayo de 2012

La lengua, sus macarras y las putas de El Raval

Ultimamente, tengo la sensación de que las palabras están tan maltratadas como las putas de El Raval. Las manosean unxs, las utilizan otrxs, las embadurnan lxs de más allá haciendo que no sean jamás lo que fueron, que no designen lo que han de nombrar, sino lo que quieren que digan lxs que mal pagan, y todxs sin excepción, se ponen de acuerdo en una cosa: las palabras, como las putas de El Raval, sobran. O al menos sobran sus sombras, sus ecos, sus consecuencias. Por eso es mejor esconderlas, camuflarlas, retorcerlas hasta el paroxismo, hasta hacerlas parecer un ridículo fantoche despreciable y antagónico de sí mismo. Pero las palabras, como las putas de El Raval, están ahí, y dicen cosas.
O lo intentan, por lo menos.

Tradicionalmente, hay ciertos significados que no nos cuesta mucho asociar con determinadas ideas, pero en estos tiempos que corren, lxs macarras de la lengua se empeñan en vaciar de significado para, después, como por arte de magia, revirar ése mismo para que las palabras ya no signifiquen lo que son, sino lo que lxs macarras de la lengua quieren que signifiquen. Yo lo llamo macarrismo lingüístico por sustitución semántica, para cuyo proceso se necesita otro término con mejor prensa que el que quiere venir a sustituir, para que lo que se quiere decir sea lo mismo, pero parezca lo contrario. Tradicionalmente, a este elemento de sustitución se le conoce como eufemismo, pero los macarras de la lengua llevan tan lejos el asunto, que sería un eufemismo llamar eufemismo al término sustitutivo. Veamos algún ejemplo:

'Privatizar' (término cuya raíz denota 'privación', y alude a verbos como 'quitar', 'despojar', 'eliminar' o 'prohibir'. Tiene, por tanto, un significado que, digamos, se asocia con facilidad al campo semántico negativo y, por tanto, no 'vendible' o persuasivo para elx consumidorx, digo, ciudadanx. Así que, se procede a iniciar el proceso de macarrismo lingüístico, esto es, sustituir este término, no por otro menos agresivo, qué va, sino por otro, decididamente molón. Y se elige, por ejemplo, el término 'Liberalizar', cuyas inferencias semánticas nos llevan a las antípodas del significado del término al que sustituye, Así, 'liberalizar' nos lleva a pensar en 'libertad' que, fíjensé qué cosas, es justo lo contrario de lo que significaba la palabra primera. Si ustedes preguntaran a uno de estxs macarras lingüísticxs por qué optan por este término, probablemente les dirían que tiene que ver con las políticas económicas llamadas "liberales", pero eso no explica su negativa a utilizar el término 'privatizar', que es, precisamente, convertir en 'privado' lo que antes era público. La clave es ésa: que la política de máxima audiencia se ha convertido en una máquina de chulear palabras, de ningunearlas, de cambiarlas por otras, de violarlas, usurparlas, denostarlas y usarlas a su antojo para después tirarlas, esconderlas o, directamente, decir que no existen, como las putas de El Raval.

Después, ya se sabe, todx macarra tiene sus mamporrerxs, sus matonxs a sueldo, sus telepredicadorxs a tiempo completo, que son lxs que se encargan de difundir una y otra vez, una y otra vez, este tipo de usos lingüísticos en sus informativos, en sus medios audiovisuales y escritos, en sus máximas audiencias, ataviado todo ello con un impostado rigor que es el que, y aquí está lo peligroso, sienta las bases de la norma, osea, de cómo se debe hablar, sin que ningúnx académicx, filólogx o lingüista se lleve las manos a la cabeza por ello. Es mucho más importante andar a vueltas con las aes y las oes, tocando las gónadas al activismo feminista, que pararles los pies a los macarras de la lengua y a esa violencia semántica que se gastan quienes utilizan la lengua al arbitrio de sus insaciables deseos, follándose las palabras y de gratis para, después darles, como a las putas de El Raval, una patada al culo de sus significados.                                                                                                   

2 comentarios:

  1. ¡Fantástica entrada!

    Hay algunas palabras que han sido tan prostituidas que a veces me dan ganas de llevármelas a casa, taparlas con una manta, darles un te caliente y decirles que todo va a salir bien (aunque sea mentira...).

    Lady Aguafiestington
    Marina

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    Respuestas
    1. Es verdad. Hay palabras que son libros enteros, y unx no puede hacer menos que quererlas profundamente.

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