Ays...
No quiero entrar otra vez en este debate, porque me parece bizantino, y porque por cada motivo que escucho en contra de la legalización de la prostitución, se me ocurren un montón a favor. Pero si hay algo que realmente me resulta molesto y cansino -y peligroso- en el discurso abolicionista -como el de Bea Gimeno- es la invisibilización que se hace de tooooooodos los tipos de prostitución que no sean: bio-hombre heterosexual que demanda favores sexuales a bio-mujer heterosexual que trabaja en precario o para un proxeneta que la explota y precariza en un club de mala muerte o en la calle. Olvidando así: la prostitución masculina, la prostitución de lujo, la prostitución matrimonial (ésta, además, exige exclusividad la mayoría de las veces), la prostitución gay, la prostitución bollo, la prostitución trans, la prostitución terapéutica (la gente con diversidad funcional también sexualidad y, por tanto, derecho, a ver satisfechas sus necesidades sexuales) y un sin fin de situaciones más en las que se paga por sexo, igual que se paga por cualquier otro trabajo.
Olvidarse de toda esa diversidad bajo el epígrafe "prostitución", apoyado además en las imágenes que nos evocan a la situación tipo que antes describo (basado en el binomio casi biológico hombre/masculino/hetero/opresor vs. mujer/femenina/hetero/oprimida), invisibiliza todas las demás situaciones, sus contextos, sus diferencias, sus particularidades sustanciales y, en definitiva, vuelve a caer, paradójicamente, en el error patriarcal de siempre, el de invisibilizar las diferencias y homogeneizarlo todo.
No voy a entrar ya en cuestiones de tradición judeocristiana, que son las que nos hacen entender el cuerpo como un templo, como algo sagrado, y todas esas gilipolleces que la cultura neoplatónica ha grabado a fuego en nosotrxs, por muy atexs que seamos. Tu cuerpo es tuyo, lo trates como un templo, como un vertedero, o como te dé la gana. Y si es tuyo para abortar, como tanto defienden los movimientos feministas, no veo motivo por el que para follar por pasta tenga que ser de otrxs. De todos modos, la prostitución no es mi campo de batalla, no soy prostitutx, mi pareja tampoco lo es, y no tengo en mi entorno más próximo a nadie que se haya dedicado a la prostitución. ¿Que si pagaría por sexo? Dependiendo de mi situación personal y de ma´s cosas, es probable. ¿Que si me prostituiría? Depende de en qué situación, y de con quien y de las prácticas sexuales, tampoco podría descartarlo. Claro que tampoco es el aborto mi campo de batalla, porque una noche loca o una rotura de goma a mí no me va resultar nunca un problema embarazoso, para qué nos vamos a engañar. Mi problema, más bien, es que sigo sin verme en los espejos de quienes dicen reflejarme. Mi problema es que sigo sin entender qué hacen ciertas bolleras alzando más la voz y más fuerte, en contra de la prostitución que en favor de la adopción LGTBQI, o del bulling social y afectivo que sufren lxs adolescentes queer, por poner un par de ejemplos.
Mi problema es que cada vez tengo menos ganas de apoyar ciertas causas que me parecen justas, aunque no sean las mías, porque en el fondo sé que todas esas voces a las que he secundado, nunca van a venir a la hora de interceder por mi disidencia.
Es una cuestión de órdenes. Y privilegios. Quién soy pero también, qué puedo llegar a ser y qué pierdo si esto, o qué gano si lo otro. Sé que el patriarcado lo tiene bien montado y sé, por más que quiera convencerme de que no, que nadie está dispuesto a bajar un sólo peldaño en el escalón social de la cultura de los cuerpos sexuados, sin echar un pulso a muerte con lxs que vienen de abajo.
Y el castigo, para lxs que pierden, no sólo es pasar sin ser vistxs, sino tener que fingir que no ha sido así.
CHINASKI NUNCA LO HIZO
CHINASKI NUNCA LO HIZO
martes, 26 de febrero de 2013
viernes, 22 de febrero de 2013
MANIFIESTO TRANSVIOLETA #23F
Los cuerpos migrantes no nos sentimos representados, ni por quienes deberían representarnos, ni por quienes dicen hacerlo. Pero como ya estamos más que acostumbradxs, no nos importa una mierda. Lxs queer, lxs trasngénero, lxs migrantes, lxs funcionalmente diversxs, lxs precarixs, lxs trabajadorxs sexuales, las bolleras, las maricas, lxs trans, lxs operadxs y lxs que no, cuidamos a vuestrxs hijxs, curamos vuestros cuerpos normativos, construimos vuestras casas heterócratas y vuestros coches patriarcales. Estamos hartxs de que nos digáis cómo debemos comportarnos, cómo debemos follar, cómo debemos interactuar con nuestros cuerpos y cómo debemos establecer nuestras relaciones socioafectivas.
No sé si legión, pero somos muchísimxs, aunque no lo creáis, y estamos cabreadxs. Así que saldremos a la calle este 23F para gritar que estamos hasta las gónadas -protésicas o no- de este sistema binario que se establece y se articula en base a estructuras duales obsoletas y ficticias del tipo hombre/mujer, capitalismo/socialismo, hetero/homo, público/privado, etc. que se alimentan desde el poder y, lo más grave, que se siguen alimentando también desde quienes dicen luchar contra él.
Por eso uniremos nuestras voces migrantes, desgarradas, roncas, gastadas, chillonas, nasales, olvidadas, mutiladas, periféricas y en tránsito a todas aquellas voces que defiendan una educación y sanidad laicas, gratuitas y de calidad, además de todos aquellos servicios públicos, sociales y culturales que atienden lo diverso. No venimos a hacer las paces con nadie, venimos a por lo que nos pertenece. Uniremos nuestras voces a la marea verde, a la blanca, a la violeta y a todas las que estén dispuestas a dar un puñetazo en la mesa del heteropatriarcado y comprendan que el binarismo es el germen del veneno.
Porque el capitalismo es el sistema, el patriarcado la cultura, la heterosexualidad la producción y el binarismo la filosofía pérfida que nos sume en el estatismo como cuerpos, como seres y como sociedad. No somos hombres ni mujeres. No somos, sino estamos. Antes bien, somos deriva. Y eso sí, estamos hartxs.
domingo, 10 de febrero de 2013
OPINIONES, CULOS Y GÉNERO EN LA FM
Iba a hacer una entrada sobre como él otro día, un locutor de radio confundía género con sexo, a raíz de un concurso de carnaval que por lo visto se hace en Aguilar de Campoo, y que consistía también en confundir género con sexo ya que su título -con ese "gracejo" carnavalesco que no tiene gracia alguna- era, precisamente, "cambio de sexo", como si sexo y género fueran la misma cosa.
Iba a hacer una entrada sobre cómo el mismo día, el mismo locutor de radio hacía un chiste sobre la terrorífica celebración -aún, sí- de Las Águedas, asegurando que "las mujeres mandan por un día, aunque muchos dirán que en sus casas mandan todo los días y tendrán razón, je, je". Con tono de chanza, otra vez, con gracejo del que quiere hacerse el gracioso a costa de cosas que no tienen gracia alguna.
Iba, decía, a hacer una entrada sobre cómo el mismo día, el mismo locutor de radio, criticaba que la llamada "tarifa plana" para autónomxs jóvenes se ampliara 5 años más para ellas (hasta los 35 años) que para ellos (hasta los 30), con un "pues si lo hacen por la igualdad, esto no es igualdad, que lo sepan, esto es discriminatorio. Igualdad es para todOs igual". Quedándose tan ancho, o más, que si supiera algo de políticas de igualdad, integración, pros y contras de la (mal)llamada discriminación positiva, etc.
Iba a hacer una entrada sobre cómo llamé su atención -la de este sapientísimo locutor local- a través de twitter, haciéndole llegar la idea de que me parece muy osado opinar a través de un micrófono de la Ser, con miles de oyentes escuchando lo que él dice, sobre políticas de género sin haber leído nada al respecto. Su repuesta no se hizo esperar: "¿y qué sabe usted lo que yo he leído o no he leído?"- me respondió airado. "Es evidente -repuse-, a poco que se haya documentado unx sobre el tema, no dice 'cosas'". La respuesta, de nuevo, no tardó en llegar, y como si hablara la masa estulta, esa que, según dice Ortega, cocea a la musa, espetó: "Discrepe usted si quiere, pero respete. Su opinión es tan respetable como la mía". Evidentemente, ahí ya me rendí. Me rendí a la violencia que ejerce la estupidez sobre el conocimiento, a la fuerza que deposita por la fuerza, valga la redundancia- la ignorancia sobre el estudio, la chanza sobre la investigación, la creencia popular -y forzosa- sobre el trabajo esforzado.
Mire, no. No todas las opiniones son igual de respetables. Si sumas las horas dedicadas a la lectura, estudio, vivencias reflexionadas y enfocadas desde una perspectiva de género de varias personas, comprenderá usted, querido vocero mentecato, que de su 0 a la suma de cinco o más cifras que pueda sumar -y siga sumando -no ya yo, sino cualquiera que haya investigado y trabajado sobre el asunto- le dará a usted la diferencia aproximada entre su opinión y la de alguien que sí tiene una opinión fundada.
Porque no es lo mismo, como decía Platón, la doxa que la episteme, y porque empiezo a estar ya de la doxa hasta el ojete. El hecho de que todo el mundo tenga derecho a expresar su doxa, no significa que ésta sea equiparable a la episteme, o lo que es lo mismo, sea respetable en términos de conocimiento. No lo es, ni mucho menos. Mi opinión sobre la medicina no invasiva será eso, una opinión, que al lado de la de unx internista o unx estudiosx en el tema, será desde luego mínima, y no tendrá -y así habrá de ser- relevancia alguna. Porque si a mí me da por decir a través de un micrófono que la medicina no invasiva es una patraña total, "que lo sepan", no sólo no estaré haciendo bien mi trabajo, sino que estaré, con mi "opinión", infundadada, falaz y superficial, comprometiendo la salud de radiooyentes confiadxs.
Iba a hacer una entrada, decía, pero ya no. Porque las opiniones, esto es así, son como los culos, cada unx tiene la suya. Pero no pretendan ustedes, vocerxs que de todo opinan y de nada saben, hacernos creer que todos los culos son igual de respetables ni, mucho menos, igual de follables.
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