domingo, 25 de septiembre de 2011

LA PIEL QUE HABITO: RADIOGRAFÍA DEL AGUJERO

Cuando unx va al cine, cuando abre un libro, cuando asiste a un concierto, va al teatro o visita un museo, lo hace para que esa película, relato, música, obra o propuesta le cuenten cosas. Las que sean, pero cosas. Que le cuenten, que le griten, que le susurren cosas no oídas hasta entonces, no enfrentadas, sublimadas, digeridas hasta entonces. Lxs que somos aficionadxs a mirarnos en lxs otrxs a través del arte esperamos, en realidad, ser de un modo narcisista y nada pudoroso, lxs protagonistas de las historias que nos cuentan, aunque sólo sea sintiéndonos remotamente parte de ellas. Y eso Almodovar lo sabe.

A veces me pregunto por qué Almodovar es capaz de hacer un cine desconcertantemente bueno y, a la vez, comercial. Y enseguida me respondo. Un tipo que es capaz de hacer que un disfraz de tigre, con rabo y todo, cruce una nacional a la altura de Toledo y viole a una persona parezca verosímil en un thriller es un genio. En ese sentido, este tipo de retos almodovarianos me recuerdan a los retos silábicos de Nacho Vegas (lo del disfraz de tigre es surrealista, pero no me digáis que no es difícil conseguir que una palabra de siete sílabas como im-per-tur-ba-bi-li-dad quepa en la letra de una canción pop). Pues eso. Ése es el riesgo que corren lxs artistas que se enfrentan a sí mismxs, que han tocado ya todos los techos ficcionales de este mundo y necesitan, porque crear, al fin y al cabo, es eso, seguir luchando cuerpo a cuerpo con la muerte de la costumbre. Por eso no puedo entender a los que esgrimen como crítica de La piel que habito que Almodóvar sigue siendo Almodóvar. Porque eso es, precisamente, lo que diferencia a unx artista de unx hacedorx de arte. L primerx siempre es él/ella, l segundx, puede hacerlo muy bien pero, no nos engañemos, muy bien puede hacerlo casi cualquiera.

Desde el punto de vista del género, La piel que habito es una película tragicómica, un drama que se deja reír, una comedia que se deja llorar. No sé vosotrxs, pero yo ya estoy acostumbradx a que en la sala apenas se escuche mi risa en las cintas del manchego. Lo sórdido hace reír, a veces, más que lo meramente cómico, y en la descontextualización, que él domina como nadie, hay siempre un humor latente con sabor peripatético del que ni Carmen Maura ha podido deshacerse desde Qué he hecho yo... 
Pero, además, y fundamentalmente, La piel que habito es una obra romántica, en todos los sentidos. En ella está la locura enfermiza del doctor Frankenstein, bebiendo, también, de las Metamorfosis de Ovidio y su Pigmalión; está la bipolaridad y adicción demente y suicida del doctor Jeckyll y Mr. Hyde; está el amor pluscumaperfecto de Drácula, más allá de la muerte de la amada, donde todas las amadas son la amada y su noche son todas las noches de este mundo; están los jardines laberínticos del sabueso de los Baskerville; y también, planeando como una siniestra sombra, la sombra del doctor Fausto. Pero es que, además del romanticismo propiamente dicho, en la película se recogen también clichés posrománticos más del tipo de las novelas de Corín Tellado, para entendernos, que acercan la obra al subgénero del pastiche, rozando muchas veces la telenovela (hermanos que no saben que lo son, criadas y madres en silencio, vidas perseguidas por la desgracia...) y acercando la obra -así lo veo yo- al público en masa pero también construyendo un prisma en torno al género tan contemporáneo como lo fue en su día -y aún hoy- el subgénero caballeresco en El Quijote. Hay, también, alusiones a otros subgéneros, como el porno, el BDSM con parafilias propias y recurrentes de este tipo de films, y un vestuario que me recordó a uno de los cortos de la peli porno independiente Dirty diaries (que recomiendo, por cierto).  

Otra de las cosas que, creo, hace grande la peli, es la profundidad de los personajes que son, en realidad, personajes tipo -tan recuperados por las historias contemporáneas- para plantear cuestiones que rebasan lo maniqueo. Así, Marilia, la madre del doctor, es la mujer abnegada, sacrificada, que no entiende la dicotomía bueno/malo si no es en pos del hijo que no sabe que lo es. Representa, por tanto, la maternidad tradicionalmente entendida. Una madre haría lo que fuera por su hijo, sea éste como sea...
Por su parte, todos los personajes femeninos -la mujer, la hija- son en realidad (como las hijas del Cid o Doña Jimena) personajes necesarios para desencadenar la trama y perfilar mejor el personaje del doctor Roberto. Son "excusas", pretextos para que Roberto sea quien es.

 Y Roberto es un personaje que, en realidad, representa al patriarcado. Es hombre, heterosexual, blanco, de clase alta, tiene poder en la esfera pública y en la esfera privada, tiene una profesión liberal que le confiere aún más poder sobre los otrxs, sobre la imagen de lxs otrxs, es padre, y amantísimo esposo. Sin embargo, la devoción que siente por su mujer no deja de ser una devoción retorcida, una devoción que tiene más que ver con su amor propio, con su capacidad de poder y de control, que sobre el amor que siente. Porque el personaje de Roberto es, en realidad, un personaje incapaz de amar. El amor hacia su hija también está filtrado por la pérdida de control, del mismo modo que el estado patriarcal ha de controlar todo cuanto le rodea y compete, especialmente, a la mujer. A Roberto no le duele la violación que sufre su hija (de hecho ni siquiera se preocupa en saber si fue o no violación, y tampoco participa en la recuperación de ella), sino la pérdida -otra vez- de control. Por su parte, el personaje de Vicente/Vera es el proceso a través del que el Estado heteropatriarcal acaba por someter a sus individuos, no sólo haciéndoles desempeñar un determinado rol social sino exigiéndoles, además, que se muestren cómodxs y satisfechxs en él. Por eso, si algo tengo que recriminarle a Almodóvar de la película -que me parece buenísima desde mil puntos de vista- es el tratamiento que hace, no de la transexualidad, sino del modo en que el personaje que la sufre se enfrenta a ella. 
El personaje de Vera, antes de ser Vera era, igual que el doctor Roberto, un hombre heterosexual que somete a las mujeres al acoso que socialmente está permitido, con tal de satisfacer sus necesidades de "macho", como dicta el patriarcado. Pero cuando se ve despojado, por la fuerza, de sus genitales masculinos, asume el rol femenino, como si el sexo y el género fuesen una misma cosa. Y ni mucho menos lo son. Por eso, yo sí he echado en falta una Vera masculina, con actitudes masculinas, con ademanes de macho, del macho que hay en él, en vez de andando con tacones por arte de magia y poniéndose un vestido en vez de unos vaqueros para fugarse. Eso he echado en falta. Una reflexión más sólida, más audaz, más acorde, en definitiva, con la audacia de la película, en relación al género. No a la transexualidad meramente fisiológica, sino al enfrentamiento social de la misma por parte de quien la sufre. Y no basta con rechazar maquillaje para marcar que se es un hombre. Un hombre no tiene pudor, un hombre no se tapa los genitales recién operados porque entra por la puerta su agresor (el propio Almodóvar nos hubiese mostrado hace unos años, ese plano que tan femeninamente pudoroso que hoy ha eliminado); un hombre se mueve como un hombre, se sienta como un hombre y se tumba como un hombre, no como una Venus, ni nada parecido. 

Por ota parte, es también llamativo el hecho de que ninguna relación sexual de las que aparecen -ni en escena ni narradas- escapa a las garras del poder hegemónico del heteropatriarcado al que antes hacía referencia. Es decir, en todas las relaciones sexuales el hombre se comporta como un agresor, como un cazador, como un colonizador, como un violador, en definitiva, y es la mujer la que asume su condición de víctima (Vicente/Vera, incluídx), entendiendo que es el rol que le toca desempeñar. Por eso tampoco me parece casual el hecho de que Norma -la hija del doctor- vea en su padre a un agresor, porque, en realidad, lo es; porque, en realidad, la figura del hombre heterosexual convencional pasa por todos los personajes masculinos de la película, a través del sometimiento de lo femenino. Todo en La piel que habito son pollas forzando agujeros, en un mundo en el que las pollas ganan y los agujeros pierden. Por eso no es, creo yo, una tragedia, como dice Boyero, porque para mí tiene el final feliz propio de las comedias, tras haber vivido el personaje, eso sí, una trágica diaspora de sí mismx, desde luego. Y, aunque sólo sea por eso (cuestiones formales a parte -fotografía, vestuario, etc-, estupendas también), aunque sólo sea por ver cómo por una vez se hace justicia poética, merece la pena habitar, por dos horas, la piel que nos presta Almodóvar que, al fin y al cabo, es la que habitamos siempre que somos quienes no queremos ser, pareciéndonos tanto, sin embargo, a nosotrxs mismxs.

De todas formas, Almodóvar tiene corazón, y quiere más a sus personajes que lo que se quieren ellos mismos, por eso no hay uno sólo de ellos que no tenga mil motivos para ser el otro, para ser víctima y verdugo y por eso, aunque no se les pueda perdonar, ni siquiera redimir, al menos, que no es poco, se les puede comprender.

7 comentarios:

  1. Yo no veo transexualidad por ningún lado. Vicente no quiere ser Vera. Almodóvar es un genio, pero sus dos últimas películas son malas de solemnidad, con unos guiones infumables, que cualquier otro director no podría rodar, él si.

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  2. No estoy de acuerdo con el penúltimo párrafo, ya que hay escenas donde Roberto respeta que Vera aún no pueda ser penetrada debido a las molestias que le causa, y él no le obliga a mantenerlas, sino que se muestra cariñoso y respetuoso y no la fuerza.
    Tampoco creo que el personaje de Vera tuviera que ser masculino. Claro que género y sexo biológico van unidos, pero no en lo biológico, sino en lo social. El género es la representación social del sexo biológico. Vera, al principio, se muestra en contra del proceso de feminización, el cual es gradual, y lo demuestra rompiendo los vestidos que le envian como oposición a aceptar su nuevo rol. Pero entiende que ha de mostrarse y comportarse como una mujer si quiere su libertad. Tal y como ocurre desde que nacemos, aprendemos aquellos valores de lo masculino y lo femenino y lo interioirzamos, pudiendo desaprenderlos por otros nuevos en cualquier momento de nuestra vida. Creo que la peli va más por ese sentido, aunque sólo es mi opinión.

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  3. Si, varias cosas. Ante todo opino que es un guión infumable y que bueno la peli se deja ver porque Almodovar es un buen narrador, no le quitemos ese mérito.
    En el tema de la penetración que se comenta en este último post, decir que es curioso que Almodovar opte a que Vera Cruz (total el nombre, casi me tiro de la silla en el cine) asesine a Banderas cuando este decide darle por el culo. Antes mientras la penetración era vaginal no lo mata, cuando Banderas anuncia que va penetrar su Hombría, Vicente se reconoce como hombre y macho (nuevamente) y decide asesinar a Banderas.
    Sobre tu artículo de que es una historia romántica, yo discrepo totalmente, porque vuelve a ser una Historia de Posesión, si se le quiere llamar amor/o romanticismo a la burda posesión bien, pero AMOR allí no hay por ningun sitio. Este tema de la posesión disfrazado bajo la apariencia de amor, lo domina muy bien Almodovar:Átame, Kika, Hable con ella...pero ya huele un poco y más cuando no hay ni una gota de ironia en su presentación y desarrollo.
    Respecto al personaje de la MUJER, otra vez son mujeres dominadas por hombres, que las poseen, violan a sus anchas o las castigan convirtiendo a un hombre en una mujer para poder otra vez violarla/poseerla/dominarla...
    La MADRE que se mira la barriga y determina que ha engendrado el mal, ella y no ellos es la semilla del diablo, la causante de todo, cual EVA...
    No se me aburre, sino fuera porque es Almodovar rojillo y progre se le podría tachar de muy machista y misoginete, en fin...

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  4. Me encanta tu análisis. Me ha encantado la peli. Y sigo sin entender por qué con Almodovra el listón se pone siempre mucho más alto que con cualquier otro director (no directora) de cine.

    Respecto a las políticas de género en la película: apuntas bien por dónde va la problemática, los comentarios al post igual. Sin entrar en los detalles de la peli (pero eso sí: Vera no mata a Roberto "cuando" o "porque" la quiere sodomizar; está decidida a matarlo desde el principio), en general en el cinde Almodovar el heteropatriarcado está totalmente presente y, es verdad, no es vencido. Exactamente igual que en la vida real. Para mi el valor de Almodovar desde un punto de vista feminista está justamente ahí: en que no imagina mundos paralelos de género-ficción, sino los mundos reales de las mujeres, y en concreto de las mujeres heterosexuales, que por lo general se debaten con el enemigo en la cama y no acaban quizás de vencerlo nunca pero en esa lucha están todas las posibilidades de la victoria. Las mujeres de Almodovar son mujeres luchadoras y perdedoras, como la gran mayoría de las mujeres heterosexuales. Pero la diferencia es que él tiene la capacidad y la audacia para retratarlas con mil matices, cosa que no se suele ver en el cine convencional (la típica historia de mujeres maltratadas a lo Fernández León), y que además nunca jamás por muchas desgracias que sufran, son victimizadas. Son víctimas, pero no victimizadas y las retrata siempre en su dignidad.

    Pero vamos, que el debate está abierto y yo misma le sigo dando vueltas a esto...

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  5. Aquí otra fan de la película.

    Se nota que te has currado el post, ¿eh?

    La piel que habito son historias sobre las obsesiones, los castigos, las humillaciones, las violaciones como hábito de marcar posiciones de control, los límites, sobre quiénes somos y quienes podemos ser, sobre cómo nos moldean y luego naturalizan o sobre cómo sobrevivir a ciertos contextos. Sin entrar en profundidades ya que no quisiera extenderme (igual nos da un día para un café largo) comparto casi todo de lo que cuentas en esta entrada exceptuando que no considero que se mezcle o se confunda sexo y género. Vicente nunca quiso ser Vera. No pidió ser mujer ni sentirse como tal. Entiendo, entonces, que debería haber sido masculina, pero a lo largo del tiempo que pasa allí (ahora no recuerdo si son 4 ó 6 años) intenta adoptar cada una de las poses y actitudes feminizantes incluyendo también el físico con el que espera salir de esa casa-experimento. Es decir, es una estrategia de pura supervivencia. Sabe que es así la única forma que tiene de escapar. Vera se siente siempre observada, deseada, sabe que Roberto le mira y por lo tanto comprende que ser objeto-sexual es parte de su supuesta libertad. En algunas de las imágenes de la película aparece leyendo posando como si de una venus tizianesca se tratase. Sólo tiene que darse una vuelta por la casa para ver qué tipo de cultura visual adorna las paredes de la casa o también qué se espera de ella como marioneta en manos de su creador. Entonces la relación está creada. Hombre-sujeto, Mujer-objeto. Si cumplo con lo que se me pide no levanto sospechas y puedo escapar. (claramente del lugar no de lo que ha ocurrido en su cuerpo)

    Según mi criterio la parte final de la película es magistral, esos tres minutos que transcurren cuándo Vera se presenta en la tienda de su madre y le dice que es Vicente. Igual una de las claves hubiera estado ahí, en darle media hora más a la película para desarrollar más el personaje y ver finalmente como se desenvolvería en su día a día.

    Totalmente de acuerdo con el comentario de ptqk

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  6. Si bien nunca he sido muy almodovariana (me parece un no mal cineasta que tuvo un buen arranque con pepi, luci y bomb y aquello de les erecciones generales; pero que ha tirado bastante del rollo "que cine más progre hago, cómo molo" para vender su cine, aunque no tanto como Medem) me parece muy interesante tu crítica de La Piel que Habito en clave de género. No he visto la peli ni tenía intención de verla. Después de leerte igual me animo (a bajarmela, claro). Aunque no puedo con esas cosa de violaciones y mujeres (ni hombres) siendo humilladas, me pasa eso que dicen al principo de algunas pelis de que "puede herir la sensibilidad de los espectadores". Pero esto ya es más un problema personal que de la peli en cuestión...

    Me quedo con la recomendación de Dirty Diaries, parece que mola...

    PD: si no te importa difundo tu crítica por Twitter, a algun@s colegas les va a interesar.

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  7. He recibido el enlace a este blog de alguien que leyó una crítica de la peli en el mío (www.jacqueline-cruz/blogspot.com)... Y me ha parecido muy interesante el análisis... No estoy de acuerdo con la hipervaloración de la peli (que, como a "Anónimo", me parece "infumable" en todos los sentidos), pero creo que en el fondo el análisis de género no difiere demasiado... En efecto, no se trata de "amor" por ningún lado, sino de control y posesión... tanto por parte de los personajes masculinos de la peli... como del propio Almodóvar, que lleva 30 años intentando someter a las mujeres a sus violencias y violaciones.

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