Hace unos meses, me topé con el término “gentrificación”
en un artículo de la editorial Traficantes de Sueños (más info, con podcast incluidos, aquí) sobre el libro de Neil
Smith, La nueva frontera urbana (que podéis descargar completo aquí). El término
adoptaba un peso significativo, así que no tardé en googlearlo.
‘Gentrificación’ (del inglés, gentry, ‘burgués’) es un proceso de transformación urbana en el que la población original de un sector o barrio deteriorado y con pauperismo es progresivamente desplazada por otra de un mayor nivel adquisitivo a la vez que se renueva.
Sentí la necesidad intelectual de investigar un poco más, pero vamos, que así, grosso modo, el fenómeno de la gentrificación se me figuraba eminentemente urbano, con una cara molona –la mejora de barrios depauperados y la regeneración de su tejido social- y una cruz más que notoria –el desplazamiento de las vecinas, de la gente de siempre del barrio, o incluso su invisibilización y consiguiente éxodo-. El fenómeno venía sucediendo ya en algunos barrios de grandes ciudades, tales como el Harlem, en New York; el Soho, en Londres; o los barrios de la zona del Este de la ciudad de Berlín, que fueron ocupados por gente joven, inmigrantes, punks, artistas e intelectuales, que se trasladaron a esas zonas donde nadie quería vivir, creando una subcultura y un tejido artístico, social e intelectual que terminó por ponerse de moda, algo que las autoridades locales quisieron, de modo oportunista, explotar a posteriori, creando una especie de “marca” que ha sido utilizada como reclamo publicitario, con un enfoque claramente turístico y capitalista lo que se sitúa en las antípodas de lo que movió a esos viejos-nuevos moradores a establecerse en aquellos lugares en los que nadie entonces quería.
En nuestro país, este fenómeno se viene dando, sobretodo, en grandes ciudades. Es el caso de El Rabal, en Barcelona, o Malasaña, en Madrid, donde el colectivo Left Hand Rotation (LHR) trabaja sobre este fenómeno en su taller titulado “Gentrificación no esun nombre de señora”, en el que se hace especial hincapié en los aspectos culturales del proceso. En el madrileño barrio de Lavapiés, sin embargo, ese mismo tejido social de “nuevas pobladoras” (inmigrantes, jóvenes intelectuales, artistas, activistas queer, etc.) se está involucrando con los antiguos vecinos del barrio, luchando así contra el desplazamiento de la población popular que conlleva el propio proceso de gentrificación, pero creando, a través de la cultura, algo que antes no había: conciencia social en el barrio, intereses culturales activos y una implicación social diversa pero aglutinadora que teje redes en torno a ese mismo tejido social activo y vivo del que sus primeros “nuevos habitantes” pero también sus vecinas de siempre, son cada vez más partícipes.
Después de haber leído algo más sobre estos procesos, y salvando las evidentes diferencias entre una gran urbe y una pequeña ciudad de provincias como Palencia, no tardé en asociar este fenómeno en nuestra ciudad al tan genuinamente palentino barrio de El Cristo. Un barrio extrarradial, a medio camino entre lo urbano y lo suburbano, casi extramuros, y vinculado geográfica y socio económicamente al suburbio, la precariedad, la delincuencia, la escasa formación, la periferia y el menudeo que se ha visto seriamente transformado, en gran medida, por un nuevo capital humano que ha ido poblando el barrio, integrándolo en la propia ciudad pero también gentrificándolo. Sin embargo, de un modo similar a lo que está ocurriendo en Lavapiés, hay en torno al Cristo, un tejido social formado por jóvenes, inmigrantes, artistas y activistas que fueron pioneros en regenerar “nuestro Harlem palentino” y que ahora están haciendo barrio con el barrio, tejiendo redes e imbricando lo popular (tejido social, arquitectura, etc.) con sus nuevos moradores. Y en gran medida creo, bueno, creo no, tengo la absoluta certeza, de que la Escuela de Teatro Casa del Agua, así como la Sala Encoarte, ambas fuertemente vinculadas, han tenido mucho que ver ello.
Sé que hay mucha gente que no sabe que en el barrio de El Cristo, nada menos, hay un oasis cultural contemporáneo, llamado Sala Encoarte. Un espacio multidisciplinar y autogestionado donde se llevan a cabo producciones escénicas, sonoras, poéticas y multidisciplinares de artistas de Castilla y León, fundamentalmente, por el que también han pasado premios Max de teatro, músicos con reconocimiento internacional, obras inéditas en España y artistas con dilatadas trayectorias. Sé también que hay mucha gente que no sabe que en el barrio de El Cristo, nada menos, La Sala Encoarte está directamente imbricada con La Escuela de Teatro Casa del Agua, cuyo nombre es deudor del lugar en el que se encuentra -los antiguos depósitos de agua de la ciudad-, y que se dibuja como una escuela de intercambio cultural y aprendizaje que aborda los distintos lenguajes del cuerpo, desde la expresividad corporal o el yoga físico, pasando por los talleres de clown, la iniciación al teatro u otras apuestas más contemporáneas como el teatro contemporáneo; y que también realiza talleres, cursos y proyecciones, donde el aprendizaje activo y el intercambio generan un tejido cultural en el barrio y, por ende, en nuestro caso, también en la ciudad.
Tanto la Escuela de Teatro Casa del Agua como La Sala Enconarte se conciben como lugares de encuentro para mentes inquietas y personas diversas; lugares de intercambio entre creadoras y creativas –artistas o no- donde se adopta una actitud de escucha activa que entronca con el concepto de cultura como elemento de regeneración social. Espacios autogestionados de encuentro que abren nuevos caminos de creación imbricados con las propias necesidades del barrio y sus gentes y que generan un clima de crea-acción muy similar al que, como digo, se está promoviendo en barrios como Lavapiés, y cuyo eje principal es la cultura. El viernes, sin ir más lejos, show arrabalero en vivo. Hoy, mañana y tarde, teatro infantil y los talleres, en la Casa del Agua, acaban de empezar. No me digan que no dan ganas de formar parte.
Y aquí, el documental sobre gentrificación titulado Luz, de 24 minutos, y subtitulado en español. Enjoy it! http://vimeo.com/32848727
Creo que te has pasado siete pueblos al hablar así del Barrio del Cristo.
ResponderEliminarNo sé donde vivirás tú ,pero en este barrio ni hay menudeo ,ni es un suburbio .Por otra parte el Cristo del Otero jamás ha tenido problemas de racismo.Payos y Gitanos vivimos en armonía y yo no concibo mi barrio sin ellos.Me dá verguenza el texto que has hecho sobre mi barrio para darnos el significado de una palabra.Qué en el barrio hay cultura lo sabemos todos ,pero hablando así de el lo único que haces es fastidiarnos