Hace cuarenta y cinco años, en un bar de Nueva
York llamado Stonewall, se produjeron unos disturbios que, en verdad, han dado
la vuelta al mundo y han marcado un antes y un después en la lucha por los
derechos humanos y las libertades individuales y afectivo-sexuales. El
Stonewall Inn, un bar frecuentado por lesbianas, gays, transexuales y
bisexuales era, como el barrio newyorkino en que se encontraba, objeto de
constantes redadas y acoso policial; un acoso policial y una persecución a la
que se sometía de manera constante y taimada a la comunidad LGTB (Lesbianas,
Gays, Transexuales y Bisexuales), con el beneplácito, además, del Gobierno
estadounidense, quien precisamente alardeaba de ser el adalid de la defensa de
los derechos humanos universales. Sin embargo, el 28 de Junio de 1969, aquellas
personas que sistemáticamente habían sido extorsionadas, ninguneadas, apaleadas
y vejadas política, cultural y socialmente, dijeron que ya estaba bien y, por
primera vez, decidieron defenderse de los ataques policiales y de Estado. Nacía
así la primera piedra angular del activismo LGTB, y nacía con una revuelta.
Todo
lo que nace, lo saben bien aquellos cuerpos que han traído otros cuerpos a la
luz, nace con una tempestad. Todo nacimiento es una revolución, una revuelta,
una agitación. Todo derecho conquistado, por tanto, es hijo de la tormenta. Los
derechos no llueven como los hombres de las canciones de The Weather Girls, los
derechos se conquistan y vienen siempre acompañados de gijarros y truenos y
ventiscas que arrecian a medida que se va ganando terreno a quienes no quieren
soltar los privilegios.
Este
fin de semana se celebra el día del orgullo LGTB. Tarde, porque el verdadero
Orgullo, el de la tormenta, se conmemoró en Madrid –igual que aquí en
Palencia-, el pasado fin de semana. “Orgullo”, porque lo que se conmemora,
precisamente, es haberle plantado cara al opresor, haber dicho con orgullo que
hasta aquí hemos llegado, y haber proclamado a los cuatro vientos, orgullosos y
orgullosas, que sí, que somos gays, y lesbianas y trans, y que no sólo no
pensamos ceder ni un ápice en nuestra lucha, sino que además estamos orgullosos
y orgullosas de serlo y no nos cambiaríamos por otras personas por nada del
mundo. Más o menos ese era el mensaje de aquellas que, en Stonewall, se
partieron, literalmente, la cara, para que hoy la comunidad LGTB haya podido
adquirir, poco a poco, unos derechos –sobre todo a nivel legal- que entonces
eran impensables. Pero todo esto vino de manos de la tormenta, no de una mansa
y callada lluvia otoñal.
Por
su parte, en lo que concierne a estas tierras nuestras, donde todo parece
moverse a un ritmo más cercano al estatismo que a la velocidad y donde, en
líneas generales, se vive como si no existiera todo aquello que no se conoce,
la situación de la comunidad LGTB es bastante penosa. Sin embargo, y quizá
porque es un hecho que de unos tres años para acá, estamos asistiendo a cambios
estructurales más profundos de lo que creemos, se ha conformado en Palencia,
hace apenas dos meses, Chiguitxs LGTB+ Palencia, una plataforma en defensa de
los derechos y las diversidades afectivo-sexuales, de Lesbianas, Gays,
Transexuales, Bisexuales y todas aquellas identidades u orientaciones disidentes
de nuestra provincia. Y por primera vez, las diferentes Federaciones,
fundaciones, plataformas, colectivos, asociaciones, y personas a título
individual que trabajamos en defensa de los derechos LGTB en nuestra comunidad
autónoma, nos hemos coordinado para organizar, entre otros actos, la primera
manifestación del Orgullo que ha tenido lugar en nuestra comunidad, y que se
llevó a cabo el pasado sábado 27 de Junio en Valladolid.
Castilla
y León es la comunidad con menos matrimonios de personas del mismo sexo, es la
comunidad en la que casi la mitad de las y los adolescentes LGTB sufre acoso o
burlas en el centro escolar por ese motivo, y donde buena parte del profesorado
que también pertenece al colectivo, es a su vez, acosado por este hecho. También
es la Comunidad que niega la existencia –real y legal- de las personas
transexuales, condenando al exilio a más del 80%. Y es que no es casual que
buena parte de las activistas y teóricas de los derechos LGTB más destacados a
nivel internacional, sean castellanoleonesas que viven y desarrollan su
actividad fuera de Castilla y León (el filósofo Beatriz Preciado o el sociólogo
Javier Sáez son buenos ejemplos). Y es que la ley te deja besarte por la calle,
pero la estructura social y la desafección política no tanto.
Por
su parte, el colectivo Chiguitxs LGTB+ plateó, entre sus actos, la proyección
del documental “Testigos de un tiempo maldito”, de Juan Larrauri, en
colaboración con la ARMH, ya que en él se reflexiona sobre la persecución a la
que lesbianas, gays y trans fueron sometidas durante el franquismo (trabajos
forzados, campos de concentración y otras atrocidades por las que aún nadie ha
pedido perdón); se llevó también a cabo el
izado de la bandera LGTB en el Ayuntamiento de Venta de Baños, el único
Ayuntamiento de la provincia que ha querido sumarse al acto simbólico -los
demás, incluido el de la capital, se negaron-; y se concluyó el fin de semana
con una Romería activista, visible y diversa, que arrancaba desde la simbólica
Avenida de los DD.HH. hasta el cerro del Otero.
La
comunidad LGTB es diversa, y reclama, precisamente, esa diversidad. Rubias,
negras, precarias, explotadas, ciegas, ingenieras, miopes, gordas, médicas,
tractoristas, con movilidad reducida, paradas, madres, padres, hijas, sordas, abuelos,
nietas, estudiantes, educadoras, concejalas, obreras. No sólo las que salen en
la foto, pero ésas también. Por eso hoy que muchos empresarios quieren hacer
caja con “lo gay”, pero sin “los gays”, con “lo lésbico” pero sin “las
lesbianas” y con “lo trans” pero sin “los trans”, quiero recordar las
manifestaciones en vez de los desfiles, las reivindicaciones políticas en vez
de los bares de moda, y en vez de la
lluvia amaestrada y dócil, la furia eficaz de las tormentas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Suéltalo...