Traigo a mi blog, la reseña de Edu Nabal sobre el documental Asier eta biok (Asier y yo) que -según él mismo me dice- ni Diario Progresista ni Burgos Dijital se han atrevido a publicar. Y como creo que para no estar de acuerdo con algo hay, primero, que haberlo escuchado, he querido traer hasta aquí la primera reseña que, en verdad, se escribe en toda Castilla y León sobre este docu que, yo no he visto, pero que espero ver en cuanto pueda. Disfruten.
(A continuación, la reseña íntegra y sin modificación alguna de Eduardo Nabal)
“Asier eta biok” triunfa allí donde el documental de Julio Medem “La Pelota vasca” se quedaba en bienintencionados fuegos de artificio. El director, creemos, es desconocido. Hasta que se presenta a sí mismo como el chico diabético casi asesinado por sus “colegas” en la, para mí, espantosa “Historias del Kronen” de Montxo Armendáriz en horas bajas. También ha participado en varias series de televisión. “Asier eta biok” es un documental valiente no solo por estar hecho con pocos medios (recurriendo al “crowfunding” o recolecta pública para su financiación) sino por contarnos sin ningún temor las razones personales e históricas del amigo del director para entrar en la banda terrorista ETA después de ser perseguido por su antimilitarismo y la trayectoria abertzale de sus antepasados o su progenitor. El propio realizador- a diferencia de su amigo íntimo- no comparte el uso de la violencia para defender absolutamente nada pero no se conforma con condenar y luego mirar hacia otro lado sino que hurga en las tripas del conflicto, sin maniqueísmos, sin anteojeras.
¿Está la sociedad española preparada para un documental así? Bueno algunos sí, otros no y la mayoría en un terreno intermedio. De hecho su distribución aquí ha sido más limitada por estos lares que en el extranjero. Aitor Merino ha cambiado de aspecto y comienza el filme en los recuerdos de infancia de su amigo del alma, sentados en un bosque, una amistad que durará a través del tiempo y el espacio, saltándose rejas, kilómetros, años, entradas y salidas de prisión y desavenencias mutuas. Volviendo, de una manera u otra, a su punto de partida. En la primera parte el realizador opta por un método de montaje rápido con algunos guiños a Godard, por su forma irreverente de acercarse a algunos temas, personajes y motivos visuales. La secuencia en la que recuerda como la policía entra violentamente en casa donde ambos duermen esta recreada con un secador en lugar de una pistola, con elementos teatrales que, sorprendentemente, resultan más eficaces en un trabajo irregular pero fascinante donde no faltan las imágenes documentales y de archivo, sobre distintas formas de intolerancia y crueldad que pertenecen a nuestro pasado todavía reciente. La segunda parte -cuando el director se invisibiliza para mostrar el entorno urbano y familiar de Asier-es el más arriesgado y polémico de cara a una sociedad que crea monstruos mediáticos con la misma facilidad que los olvida, que sigue necesitando malos malosos para poder desacreditar “al contrincante”. Asier intenta explicar, no convencer a nadie, tampoco lo logra.
El filme dista mucho de ser una apología de nada –a pesar del marcado nacionalismo del realizador- , tal vez de la intolerancia venga de donde venga, sobre todo, de esa mediocre superficialidad o maniqueísmo a la que nos tienen cada vez más acostumbrados la gente del espectáculo. Invitar en celuloide a pensar y repensar en estos tiempos es más que un suicidio en taquilla es una provocación que puede salir bien o mal. Pero Merino cuida tanto la forma del documental, los aspectos audiovisuales y los saltos narrativos que impide que el espectador se aburra asistiendo, como suele pasar en ocasiones, a un documental cuya importancia temática supone un descuido formal o una impersonalidad estilística. En “Asier eta Biok” hay ternura, humor, violencia, horror y destellos de esperanza. El realizador contrapone a Asier y su entorno con el de sus amigos de Madrid y cree que es posible que se comprendan los unos a los otros, pero no hay cámara ni testimonio que pueda conseguir eso tan fácilmente. En estos tiempos en el que todo el que discrepa del Gobierno resulta que es ETA, no está mal recordar que tampoco los integrantes de ETA eran monstruos con una misma o única cabeza sino que cada cual era diferente, y por repulsivos que nos resulten los medios utilizados durante mucho tiempo, cada persona tenía un motivo distinto para aproximarse a un mundo de combate cada vez más degradado e irresponsable. Ciertamente la gente se escandaliza más por un atentado o varios que por la violencia de Estado -cárceles, manicomios , dispersión de presos- pero no creo que en el caso de ETA la causa tuviera demasiada razón de ser (ni siquiera un trasfondo político coherente más allá de diferentes formas de patriotismo) , los medios utilizados, claro está, aún menos.
Uno de los momento más tensos del filme es la discusión entre Asier y su madre, antimilitarista y orgullosa de su hijo, pero avergonzada de que se derrame una gota de sangre por la causa de la independencia o el reconocimiento, por cualquier causa. Muchos piensan que ETA debió acabar con la muerte de Carrero Blanco, otros creen que nunca debió existir, Asier cree que se trata de una guerra de “baja intensidad”, otros que son la peor calaña de asesinos, sus amigos de Madrid “que son unos pesados” y el director no da la razón a ninguno aunque su afecto por Asier le lleva a hacerse invisible ante secuencias muy tensas en las que el personaje intenta defender su posición ante su entorno cotidiano y familiar o es recibido como un héroe en su pueblo.
Aunque el trasfondo contiene una eficaz requisitoria contra la violencia como lenguaje político. Pero el director demuestra que, a pesar de sus amigos de Madrid, entre los que se labro un nombre, el amor por su tierra y Asier. Las ideas independentistas de su amigo expresadas en euskera con subtítulos levantan ampollas aun hoy y todavía, con razón o sin ella, la sociedad española no está preparada para asimilar del todo, a pesar de los premios y el respaldo de la crítica, un documento así que, aunque bellamente filmado y rodado con ritmo, puede herir sensibilidades de todo tipo. La prueba es que basándose, según la versión oficial, en que "Los arrestados forman parte del grupo que se constituyó en julio de 2012 para ser interlocutores con los presos de ETA y propiciar contactos con agentes políticos vascos e internacionales para tratar de buscar una solución a los internos de la banda”, el gobierno español acaba de volver a .encarcelar a Asier. O sea que la historia continúa. Ellos, a diferencia de su amigo Aitor Merino, no han aprendido a escuchar, incluso a los que se equivocan o alardean de largos monólogos sin sentido o en ritos que personalmente podemos encontrar hasta ridículos.
El también comentado filme de Medem, mucho más convencional y realizado con más medios, nos larga pesadas entrevistas de “uno y otro bando”, mientras que “Asier eta biok” solo incluye una polémica cena familiar y diálogos ante esos dos amigos que nunca se pondrán de acuerdo, pero no podrán dejar de serlo. Una riña y varias riñas provocadas por el realizador que busca que los personajes no tengan miedo de hablar. O como decía la anciana profesora de baile encarnada por Geraldine Chaplin en “Hable con ella” de Almodóvar: “algo he aprendido, nada es sencillo”. Eduardo Nabal.
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