Cedo este espacio de confort que es mi blog, al colectivo transfeminista Transfeminalia, para hacer públicos los motivos que le han llevado a desligarse de la organización "oficial" del Orgullo de CyL 2015 y organizar junto con la Plataforma de Apoyo al Colectivo LGTB+ de Valladolid, lo que han venido a llamar "EL ORGULLO es MONSTRUO/NUESTRO".
LOS PORQUÉS DEL ORGULLO MONSTRUO
Supongo que hay textos más
difíciles que otros.
Somos un colectivo Transfeminista
de Palencia. No somos democráticxs porque en el colectivo no hay hombres cis y
esto ha sido una decisión voluntari
a. No somos democráticxs porque la
democracia es la tiranía de la mayoría sobre unxs pocxs y nosotrxs venimos de
ser siempre esxs pocxs. No puede haber democracia si los espacios no se ocupan
desde las posibles diversidades. No puede haber democracia si hay cuerpo más
expuestos a abusos que otros, por eso no somos democráticxs.
Somos Transfeminalia el espacio
para los cuerpos que transitamos. Transfeminalia surge, nace, se hace, se forja
dentro de un espacio de confort, un espacio de protección que no tuvimos en el
colectivo Chiguitxs lgtb+. Nos hicimos con los restos de lo que quedo cuando
nos dijeron que nos fuéramos porque éramos molestxs cuando algunxs éramos
cofundadorxs. Pero para llegar a eso hace falta que nos remontemos. Nos
enfrentamos al colectivo que se encargaba de defender nuestros derechos a ser
diferentes, nuestro derecho a defender diversidades afectivo-sexuales y de
género.
Cuando se formó el grupo de
Chiguitxs, el nombre le propuso un compañero que está ahora en nuestras filas.
Nos quitaron el nombre y sabemos que sin nombre no nos podemos nombrar y
nombrar quiere decir hacer el verbo con un cuerpo.
Tuvimos problemas desde el
principio. Se aludió a que el nombre podía hacer referencia a un grupo de
pedófilos y que qué era eso de la “X”. Y eso hubo que explicárselo a muchxs,
incuido a quien ahora es la cabeza visible de dicho colectivo.
Después de los problemas que se
plantearon con el uso de la X y, por tanto, con las identidades disidentes no
binarias, los cuerpos vulnerables dentro de sistemas patriarcales ganamos el
pulso. Esos cuerpos éramos y somos bolleras, trans* (ftm) y mujeres. Nos fuimos
contentes a casa pero sabiendo que seguramente vendrían más puesto que las
diferencias radicaban en la concepción de deseo, identidades…
Después algunxs participantes del
colectivo hicieron de la lucha por atender a las diversidades una lucha
instrumentalizada y sobre todo una lucha institucionalizada. Y cualquier lucha
institucionalizada no es una lucha para cuerpos diversos, puesto que los
espacios donde estás se llevan a cabo son espacios masculinizados al más puro
estilo cishet. Había en algunos participantes del grupo una necesidad constante
de estar en prensa, a modo de notas de prensa, otres de las participantes
estábamos diciendo que era necesario estar dentro, que no se puede hacer lucha
fuera si dentro no se habla, no se crea debate puesto que veíamos posiciones
lesbofóbicas, machistas y transfóbicas (y ver esto dentro de un colectivo
elegetebéplus es muy fuerte). Estas posiciones venían siempre a modo de risa y
de humor, o simplemente de invisibilización. Comentarios como “esta sociedad es
matriarcal, porque sois las mujeres las que mandáis”, “la lucha lgtb tiene que
ser apolítica” (no deja de ser curioso que en la actualidad se reúnan con
partidos políticos o sindicatos), “no debemos apoyar otras luchas que no sean
las propias del colectivo” (en alusión al conflicto Palestino-Israelí), o poner
en duda la diversidad de identidades trans y remitirse a ellas con el consabido
–y claramente dañino- “el cuerpo equivocado”. Sólo son algunas de las cosas que
se ve no debían de ser resueltas, que a pesar de los intentos por resolverse,
eran silenciadas y ninguneadas y otra vez, y lo que ocurre siempre es que lo no
resuelto es una bomba de relojería a los pies de la cama. La bomba de relojería estalló en UNA
conversación de wasap que conservamos íntegra, y que cualquiera que desee,
puede consultar, y que empieza porque un ex miembro de Chiguitxs LGBT+ -hoy
miembro de Transfeminalia-, bloqueó desde el twiter de Chiguitxs a un usuario
desconocido que estaba escribiendo tuits ofensivos, claramente homofóbicos y
machistas, en los que se burlaba del colectivo y del lenguaje inclusivo.
Nuestro compañero bloqueó la cuenta y lo comunicó en el grupo de wasap que
compartíamos lxs miembros de Chiguitxs, con la intención, simplemente, de
informar sobre el reporte, de lo que un miembro hoy aún activo de Chiguitxs, se
burló con un “pues a mí no me parece para tanto, o tanta, o tantx”, añadiendo
el consabido “sois unas exageradas”. A partir de ahí, una compañera trató de
explicar –con clara vocación educativa- que el lenguaje es un arma importante,
y que los discursos del odio se generan precisamente así (puso como ejemplo el
discurso del odio utilizado por la Alemania nazi). Compañera que, también, fue
ridiculizada. A partir de aquí, otra compañera que acababa de vivir una
historia afectiva complicada en Rumanía, precisamente, por la opresión social
construida en base a las palabras, expuso también desde el respeto y la primera
persona su vivencia personal, mostrándose vulnerable, a lo que este miembro de
Chiguitxs respondió con un “eso será tu opinión”, reduciendo así a una mera
opinión la vivencia opresiva por la que una compañera acababa de pasar,
infringiéndola así más daño aún, y dejándola en una situación total de,
podríamos decir, intemperie afectiva.
Algunas mujeres, bolleras y trans*,
alertamos de que la situación estaba siendo alarmante, y de que esto había que
atajarlo; a lo que se nos hizo el caso de “bueno ya veremos” o el “habrá que
limar asperezas”. Y demás cosas que lo que ponen de manifiesto es la intención
del no diálogo, del “ahora eso no es importante” y de intentar hacer de menos
los abusos y la lesbofobia y transfobia y machismo galopante que habíamos
sufrido. Porque el discurso subyacente era el mismo que lleva recibiendo el
feminismo desde tiempos inmemoriales, “ahora no es importante”, “sois unxs
exageradxs”, “tenéis que comprender que…”.
Se fue a la reunión y desde la
reunión se acusó a las personas que nos habíamos sentido violentadas de que
nuestros agravios eran, simplemente “cosas personales”, de tomárnoslo todo como
“algo personal”. Con esto, por si alguien no lo entiende, lo que se hizo fue
descalificar el discurso, un discurso que se sustenta desde unas bases
jerárquicas y opresoras a una mera
experiencia subjetiva deslegitimando de este modo el abuso o la fobia ejercida
desde cuerpos de hombres blancos que se denominan osos sobre cuerpos de mujeres, bolleras y trans*
blancxs. Cuando en la reunión, hicimos
saber que nos habíamos sentido claramente vulneradxs, violentadxs y dolidxs por
todas esas actitudes y comentarios machistas, y de burla hacia el lenguaje
inclusivo y las identidades no binarias, y que no estábamos dispuestxs a seguir
soportando ese tipo de cuestiones, la respuesta de quien hoy es cabeza visible
del colectivo Chiguitxs fue la de, con un lenguaje corporal con
una energía claramente agresiva –dada su envergadura, su cuerpo, y su modo de
ocupar el espacio-, espetar un grito con un “no voy a consentir que se hable
así a un compañero”. Un arranque de “defensa” que en ningún momento tuvo cuando,
de manera continuada, se habló así a las compañeras bolleras y trans*. Como si,
por otro lado, él fuese alguien para decidir si consiente o no consiente, como
si fuese el emperador del colectivo, el jefe de la tribu o alguna otra figura
patriarcal que, enseguida, se posicionó convirtiendo en “agresorxs” a quienes
nos habíamos sentido “agredidxs”; infringiéndonos así una especie de “castigo”
por haber osado a alterar la calma (la falsa calma, claro), con nuestras quejas.
Se insistió en que había que respetar a quien, en ese caso, había resultado ser
el agresor, pero ¿acaso él respetó las identidades?, ¿acaso él respetó los
conocimientos que con vocación educativa compartía una compañera?, ¿acaso él
respetó una situación de una compañera que comentaba sobre su experiencia?
Tras una discusión acalorada –no
están acostumbradxs a que cuerpos de mujeres, lesbianas y trans* se empoderen
en los espacios sociales-, se nos dijo, literalmente, que “si esto no nos
gusta, os vais”, y salimos por la puerta siete personas, quedándose 4.
No conformes con esto, utilizaron
ideas y llevaron a cabo acciones que salieron de nosotres, como la del “saldeunpax”
y la vendieron como propia. Algo que podemos demostrar porque unas amigas con
las que fuimos hace más de dos años de esto a IKEA nos hicieron una foto
saliendo de un armario del IKEA, y fue algo como muy familiar y divertido, y
desde ahí lo transportamos a una reunión anterior para hacer una performance
con ese mismo sentido con el que la hicimos la primera vez…
Eso por no hablar de que no
sabían diferencias entre género, deseo sexual, identidad y sospechaban de todo
lo que no era “normal”, más el intento constante de buscar la normalización y
la burocratización de nuestros cuerpos.
Después se nos ha acusado de ser
lxs disidentes –¡cuando nos echaron!-, lxs raritxs y lxs “personales” cuando en
la asamblea de Chiguites, en el momento en el que nos fuimos quedaron cuatro
personas y nos fuimos siete, perdón echaron a siete (más de la mitad del
colectivo, ojo), y una de las personas salió llorando. Nos fuimos a tomar unas
cañas y de ahí salió Transfeminalia, de esas cañas y de esos abusos. Y de la
necesidad de crear espacios de confort para cuerpos e identidades disidentes.
Porque una vez creíamos estar a salvo, pero nos equivocamos. Evidentemente, en
Transfeminalia hay nuevo tejido social, nuevos cuerpos que han sentido la
necesidad de aliarse en espacios de confort transfeministas, que no pertenecían
ni pertenecieron en ningún momento a Chiguitxs lgtb+, por lo que ese trato que
nuestro colectivo está y sigue recibiendo por parte de Chiguitxs (y que a continuación se relata), resulta
especialmente injusto y doloroso.
A partir de ahí, hemos trabajado
y participado de manera conjunta con la buena gente de la PAC LGTB+ Valladolid,
con quien no sólo nos unes las luchas, sino también las estrategias y la
vocación “transfeminista” (palabra de la que también se nos “acusó” en
Chiguites, como si fuese algo de lo que estar avergonzadx). Por eso, cuando nos
propusieron participar en la mesa de organización del orgullo CyL, pensamos que
estaría bien sumar voces distintas, distintos enfoques de abordar una misma
lucha. Sabíamos que en esa mesa iba a estar, entre otros, el colectivo del que
“nos echaron”, pero claramente, pensamos que las personas adultas por muy
“desviadas”, que sean, -como es nuestro caso, el de todxs, quiero decir- pueden
compartir luchas conjuntas. Pero nuestra sorpresa fue grande cuando Chiguitxs LGTB+
reaccionó de manera claramente negativa (conservamos mails que lo ilustran), y
se cerró en redondo a nuestra participación en el orgullo CyL 2015. A esta
negativa, se sumó, más diplomática, eso sí, pero negativa igualmente, la
postura de la FEcylgtb+, argumentando que
teníamos que pasar no sé cuántas cribas para ver si ellOs decidían “darnos
permiso” para participar. Evidentemente, Transfeminalia no quiere estar en una
mesa en la que le ponen trabas para estar, en una mesa en la que “deben darle
permiso” ya desde el principio. No deja de ser alucinante que quienes llaman a
la unidad, se apropien de los espacios de confluencia, de las organizaciones y,
si me apuras, también de la calle.
Ante esa situación, la PACLGTB+Valladolid y Transfeminalia, decide sumarse también a la celebración del
orgullo 2015 CyL, pero desde otro enfoque, y con otra óptica. Si la lucha
empieza en algún sitio, es en casa. Si el cambio ha de llegar, llegará por
nuestras camas y nuestros cuerpos y nuestras palabras, y entrará por nuestras
puertas y ventanas. Si quienes dicen estar por la defensa de la diversidad,
toleran y fomentan y silencian las agresiones, e incluso las perpetran, no sólo
no nos defienden, sino que además, invisibilizan y neutralizan nuestra lucha.
Por eso, ahora más que nunca, el orgullo será interseccional. Por eso el
orgullo será en primera persona, ahora más que nunca, será transfeminista, o no
será.
Transfeminalia,
Junio 2015
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