No puede ser que lea los periódicos. No puede ser. Que lea los periódicos, que siga leyendo los periódicos, por más que me lo tenga dicho, por más que me lo tenga advertido el photoshop de las portadas de La Razón; por más que me lo haya enseñado, a hostiazo limpio, el dudosísimo gusto de Pedro J en lencería; y por más prisa que huir de Prisa y de sus etcéteras me diera, parece que no aprendo, y sigo por la senda de los diarios de la mañana como si no supiera quién es Cortázar. O peor: como si Cortázar no existiera.
Vivir como si Cortázar no existiera es jodido. Vivir leyendo la prensa diaria es aún peor. O, bueno, no sé. Ahí ahí. Me cuesta decantarme entre lo mismo y lo contrario, en este caso. Porque leer la prensa supone encontrarte cosas de las que no siempre puedes deshacerte. Es algo así como hacer la anticompra, porque te llevas para casa, cosas que no sólo no necesitas, sino que, además, te sobran, te vienen mal, te incomodan, te violentan, te inoportunan y te obligan a buscar sinónimos todo el tiempo. Al principio no se nota, pero tras unos cuantos telediarios y unas semanitas leyendo cualquier noticiero mainstream, los resultados empiezan a ser evidentes, y a unx ya no le chirría que aparezcan en el mismo pliego, otra vez, lo mismo y lo contrario, como digo, noticias que se dan de hostias, mundos que se dan de hostias, que son el mundo y que son el mismo, los mismos, a sí mismos, y sus contrarios.
No puede ser que "Suspendido el fallo del premio nacional de cine por incumplir el jurado con la paridad", y unas cuantas entradillas más allá "Derecho de pernada" y "Ministras en bikini". No puede ser. No puede ser que Cortázar no exista, y no puede ser que, de ser así, haya algún rastro de rayuelas, de Cronopios o de famas. Pero a veces sucede que sí. A veces sucede que las cosas existen sólo a medias, en cuanto a lo que hay en ellas de otras cosas cualesquiera. Y eso, mira tú por dónde, a veces te lo enseñan los periódicos. Cosas como que la exigencia de la paridad no deja de ser una parida(d) visto como está patio, y su gestión no es más que una vehiculización de la mala conciencia que a veces le coge a esta sociedad heteropatriarcal y profundamente represora con "todoloqueno" encaje en sus "comodiosmanda". Una sociedad cuyas leyes están más al servicio de la calma de conciencia de los sistemas de saber-poder, que de lxs ciudadanxs, que a veces leen el periódico y, a veces, sólo a veces, recuerdan que una vez Cortázar fue real, que una vez rayuelas, cronopios y famas. A veces unx recuerda que "un señor toma el tranvía después de comprar el diario y ponérselo bajo el brazo. Media hora más tarde desciende con el mismo diario bajo el mismo brazo. Pero ya no es el mismo diario, ahora es un montón de hojas impresas que el señor abandona en un banco de plaza.".
Diario a Diario, sí, Diario a Diario. Pero puede suceder que tras muchas lecturas de noticieros, unx no sea capaz de continuar la trama, de seguir con el cuento, de llevarle, de seguir llevándole la corriente, por que él también nos la lleve, al bueno de Cortázar. Entonces olvidamos una noticia y recordamos el siguente párrafo. Y eso es algo grande. Una párrafo por una noticia, qué gran noticia.
"Apenas queda solo en el banco, el montón de hojas impresas se convierte otra vez en un diario, hasta que un muchacho lo ve, lo lee y lo deja convertido en un montón de hojas impresas. Apenas queda solo en el banco, el montón de hojas impresas se convierte otra vez en un diario, hasta que una anciana lo encuentra, lo lee y lo deja convertido en un montón de hojas impresas".
Entiendo que la anciana también va en busca de Cortázar, porque "luego se lo lleva a su casa y en el camino lo usa para empaquetar medio kilo de acelgas, que es para lo que sirven los diarios después de estas excitantes metamorfosis."
A veces unx se acuerda de ciertos diarios para olvidarse de otros diarios. A veces uno se acuerda y se redime, se olvida y se redime y se promete llegar, para la próxima, excitantes metamorfosis, justo al momento de las acelgas.
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