Detrás de los delantales siempre hay gente. Esto ya lo sabía, claro. Pero no. No me refiero a que haya gente detrás de un modo físico, a que haya gente con cintura y todo eso, a la que anudarlo, sino gente diseñando delantales, concibiendo delantales, creando, en definitiva, telas destinadas, en principio, a protegernos de la grasa, de la suciedad, de la salpicadura, de la mancha, cuando cocinamos, limpiamos, reparamos, desatascamos, pintamos y, general, cuando hacemos cualquier actividad en la que la posibilidad de mancharse vaya implícita.
Y en esto pensaba yo el otro día cuando, paseando por las calles turísticas de un pequeño y túrístico pueblo francés y fronterizo, me topé con estos, llamémosles "inofensivos" y bonitos delantales en una de esas tiendas que sacan en verano el género -valga la redundancia- a la calle, haciendo que el mundo tenga, en definitiva, mucha mejor pinta. Claro que, a veces el mundo es un gran pequeño hijo de puta y proxeneta, y se guarda las salidas de tiesto y los cortes de mangas para los bordados y las costuras. Y eso es lo que pasó esta vez.
Los delantales idénticos, los colores idénticos; idénticas tallas, idénticas líneas de idénticos colores y tamaños; idéntica textura. Todo idéntico, en definitiva, menos la identidad. El pequeño gran hijo de puta y proxeneta que a veces es el mundo, cocina como su madre y hace bricolaje como su padre. La pequeña mente culpable que diseña cuisine para coños y bricole para pollas de idénticos colores, es tan culpable que no tiene la culpa. Sólo reproduce los dictados, muestra las identidades, siempre idénticas, del silencioso carnicero binarista que el género, el rol de género, el ministerio de género, la violencia del género, la guerra de género, lo degenerado que detrás del género -mi mamá cocina, mi papá construye- se esconde confundiéndonos en telas iguales, de colores idénticos, idénticas tallas e idénticas texturas. Je cuisine comme Mamy/ Je bricole comme Papa. Yo también tengo la culpa. Porque lo veo y lo fotografío, pero no hay culpables. Sigue sin haber cumpables, o responsables, o padres o madres o lo que sea de este mundo que es un gran delantal obceno que chorrea obscenidades a la altura de los pubis de todxs lxs que somos, a un tiempo, víctimas y verdugos, como mamá y papá, de un mundo, pequeño gran hijo de puta y proxeneta, que apresa al género y lo ceba, engordándolo hasta que revienta y se hace dos, como una pequeña oca torturada a base de hígado de mundo enfermo y quebradizo; criadero de pequeñxs monstruos, todxs nosotrxs, cooperantes, a su vez, y portadores, de este puto cisma genital que nunca acaba, y que nos convierte en otrxs todo el tiempo para hacernos encajar, a fuerza bruta, delantal en mano, en lo que se supone que somos.
Pensaba en ello, ahora que he vuelto a ver esa fotografía de hace un par de semanas. Ahora que las niñas noséqué y los niños cualquierotracosaestúpida. Idénticos colores, eso sí. Y texturas. Idénticas texturas también. La textura es importante, porque no hay que caer en el sexismo. No, por favor, sexismo no. Sexismo caca. Je cuisine comme Mamy. Somos modernos y modernas. No modernxs. Eso no. Modernxs nunca. El sexismo es malo y no nos lleva a ninguna parte, pero Je bricole comme Papa. Porque los hombres de hoy, los hombres modernos, también llevan delantal para hacer sus cosas de hombres. Je cuisine comme, Je bricole comme. Sexismo y machismo, cuisine, bricole, quién quiere oír hablar de ello.
Y así las cosas, a veces es mejor mancharse y dejar que la grasa escurra, que la mugre escurra y desdibuje, redentora, las líneas pacatas pero violentas, pueriles pero sibilinas que separan determinados verbos de determinadas personas; determinadas acciones de determinados pubis; determinadxs niñxs de determinadxs niñxs. "Mancha la tinta tanto como el semen", decía Ángel González. Pues eso. Emborronemos esto a chorrazo limpio. A base de fluido vaginal, de líquido prostático y tinta a inyección. Squirting, cumming, cartucho negro y cartucho a color, y mientras follamos y escribimos, solxs o acompañadxs, cocinemos elaborados platos y construyamos bonitas mesillas auxiliares siendo padres a un tiempo y madres, sacando cosas en claro, viendo la luz a través de los lamparones de este pequeño mundo pendenciero, hijo de todxs nosotrxs.
Buena entrada. Yo también me cabreo al ver el género de los colores, los olores, las posturas... Agotador.
ResponderEliminarQuizás te interese: Femi(ci)nismo y Xenofobia en http://ladyaguafiestington.blogspot.com/
Gracias!! Interesante enlace, que suscribo casi por completo...
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