martes, 12 de julio de 2011

AMÉRICA Y AMÉRICA

   No me pasa siempre, claro, sólo ocurre a veces, ciertas veces, pero cuando oigo algunas cosas, me acuerdo de algunos poemas, y cuando oigo algunos poemas, ciertos poemas, se me olvidan todas las cosas de este mundo. Cuando veo algunas cosas también, pero eso es otra historia. 
Peter Orlovsky y Allen Ginsberg, New York City, 1963

Algunas veces América me recuerda a América y otras, me vacía de recuerdos y me llena de pronósticos. Y no, no me refiero a la América de Obama, sino más bien a la de Ginsberg. A la América de América, te lo he dado todo y ahora no soy nada; A la América de dos dólares y veintisiete centavos. A la de que te jodan a ti y a tu puta bomba atómica. A ésa.  A ésa que se parece tanto a esta otra. A la que asegura haber visto las mejores mentes de su generación destruidas por la locura. A la de Burroughs está en Tánger y no creo que vuelva. Y quiero que vuelva. Claro. Vaya que sí. Pero no va a volver, y saber que no va a volver, y saber que Burroughs está en Tánger y saber, lo cual es aún peor, que ya salíó de Tánger y que, a pesar de eso, no ha regresado todavía. 

Y al final por eso todo son pronósticos destrás de cada vuelta de tuerca, detrás de cada salto de línea. En las efemérides hay siempre algo siniestro. Algo perverso. En los renglores de América está América, claro, quién si no, aullando un aullido atroz mientras dios le da lo suyo a los cuerpos, sudados como cuerpos, sedados como cuerpos, como cuerpos de soldados, sedados y sudados como cuerpos, como cuervos soltados a campar por el augurio de las líneas, y de esas pollas inflamadas asomando bajo batines de seda que tanto le gustaban a Allen Ginsberg. 

Y todos esos que se dejaron dar por el culo por santos motociclistas, todos esos, también están aquí, siendo Ginsberg todo el tiempo; y Cassady, y Burroughs y cualquier otra marica dispuesta a no pagar mordida, a no costearle la mamada lúbrica de un travelo in media res a la harpía tuerta del dólar heterosexual.

No me pasa siempre, ya digo, sólo ocurre a veces, ciertas veces, pero cuando oigo algunas cosas, me acuerdo de algunos poemas, y cuando oigo algunos poemas, ciertos poemas, se me olvidan todas las cosas de este mundo. Cuando veo algunas cosas también, pero eso es otra historia. Por eso, ya lo he decidido: no pienso escribir mi poema, hasta que me sienta lúcidx.

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