martes, 6 de noviembre de 2012

LA NEGACIÓN DE LOS DERECHOS


La foto que adjunto me la hace llegar una amiga, profe de Historia, tras el alboroto que este fragmento ha levantado en su clase de secundaria. Lo hace a través de facebook y me etiqueta en ella como si André Amar y yo estuviésemos unidxs por una especie de hilo invisible. Lo estamos. Lxs dos somos hijxs de una misma herencia, de una misma ideología y hemos bebido -un par de siglos arriba, un par de siglos abajo-, de la misma teta ilustrada. André Amar y yo tenemos los mismos síntomas. Pero tú tampoco te libras, qué te crees.
                Los burgueses blancos, europeos y (proto)heterosexuales de la época ilustrada se lo montaron fenomenal para justificar "por naturaleza" todo lo imaginable. El tema cuajó hasta el punto de que la semillita creció hasta la época de las revoluciones románticas y, de aquellos polvos, estos lodos.  De hecho, las categorías binarias de sexo y género (y por tanto de tendencia sexual) le deben su nacimiento a la época heredera del enciclopedismo y la razón. Y puestos a entrar en razón, quizá habría que detenerse en el primer párrafo, y pensar sobre qué es ser "mujer". La definición puede referirse a:

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André Amar (1755-1816)
1- Quien tiene genitales cuya apariencia externa ha sido atribuida a uno u otro género (no por la naturaleza, sino por la medicina).

2- Quien se comporta como tal socialmente, desempeñando el rol (acting) de ese tipo de sujetos (se viste, se expresa, se relaciona y tiene los gustos, preferencias, etc. acordes con la imagen de lo que es ser mujer).

En el primero de los casos, debemos tener en cuenta que el veredicto de género se hace atendiendo a cuestiones de simple apariencia y, por tanto, simplistas y sujetas a error. Hay quien tiene ambas gónadas, unas internas y otras externas; hay quien tiene penes tan pequeños que podrían confundirse con clítoris; o bien clítoris tan grandes que podrían ser considerados micro penes; hay quien desarrolla mamas teniendo pene, y hay quien teniendo vagina, no desarrolla mamas prácticamente. Hay quien tiene características híbridas, con múltiples combinaciones posibles, y mucho más frecuentes de lo que se cree. Sin embargo,  estos buenos señores “enciclopédicos”, nos hicieron encajar a todxs (léase ‘todes’) en tan solo dos categorías, justificando tal despropósito con ¿lo adivináis?, “la naturaleza”. XX o XY, nos dicen, pero la realidad dice que XXY, XXXY, incluso XXXXY, por no hablar de otras variables, no cromosomáticas (hasta 50 variables), que interfieren en “la ficción” de los sexos. De los supuestos dos sexos. Evidentemente, todo lo que no entra en ese binomio se patologiza, esto es, pasa a considerarse “enfermedad” por parte de la comunidad médica, aunque no suponga ningún problema para el supuestx paciente. Es como si se patologizara el albinismo, entendiendo que, en el mundo, sólo puede haber rubixs y morenxs. Y eso que el albinismo es 10 veces menos frecuente que la intersexualidad (que es como llaman lxs “enciclopédicxs a esas 50 variantes de sexo).
En el segundo de los casos, se condena también a un binarismo a todas las personas, obligando a comportarse de tal o cual manera en función al diagnóstico de género que unx haya tenido al nacer o al que se le haya obligado a pertenecer, obligando también a este sujeto, a tener, por tanto  un comportamiento estándar, aprendido, y atribuido a su sexo de manera también arbitraria y convencional (lo que se espera de unx mujer/hombre en todos los ámbitos de la vida: emocional, político, social, intelectual, sexual, cultural, técnico, afectivo, etc.).

Como veis, es todo un tremendo despropósito, un invento, un cuento europeo –que no chino-. El sexo (y el género) son una ficción, una mascarada inventada sobre la que se sostiene el sistema, para autoperpetuarse en base a una institución monolítica como la de la familia heteropatriarcal, desterrando así otros modelos de familia basados en los cuidados comunes de las pequeñas comunidades, etc., en vez de en la jerarquía de la genética y sus ficciones. Un sistema que es dañino, letal para las personas, en el que nadie encaja, en mayor o menor medida. Porque se llora poco o no lo suficiente. Porque se tiene barba o no se tiene en absoluto;  porque se desea o porque no demasiado, porque se es muy fuerte o muy débil, porque se grita alto o se susurra bajito. Porque demasiado, o demasiado poco. Lo peor, es que a pesar de sufrir, como digo, todo esta presión en nuestras carnes, nosotrxs mismxs actuamos muchas veces, como policías del sexo o del género, como guardianes o matones a sueldo, vigilantes de ese sistema malvado que no sólo nos controla, sino que lo hace de tal modo que nos convierte, a su vez, en controladorxs de nuestrxs semejantes.

  Castelao Bragaña: "Las mujeres son como
las leyes, están para violarlas" Año 2012
Por eso tenemos que estar alerta. Porque lo que dijo André Amar es fruto de un sistema ideológico que es el nuestro, el mismito, en realidad, y que está más vigente que nunca. Un sistema en el que algunos políticos siguen decidiendo qué deben hacer las mujeres con su cuerpo; un sistema en el que algunos políticos siguen diciendo y dicen, que las mujeres están para violarlas. Un sistema en el que la mitad de lxs adolescentes gays, lesbianas, bisexuales, transexuales, intersexuales o queer han intentado suicididarse, no por no encajar, que no, no por ser “diferentes” a quienes tienen más fácil fingir no serlo, sino por el altísimo precio que esta sociedad les obliga a pagar por su divergencia de lo que ha sido institucionalizado como estándar.  
 ¿Seguir manteniendo la férrea división de sexos y géneros no es acaso darle la razón a Amar, cuando dice que para el orden social es necesario que cada sexo se ocupe de aquello que le esté encomendado por naturaleza.? ¿No seguimos diciendo que “una madre es una madre”, queriendo decir con eso que son imprescindibles en la formación de los hijos? ¿No seguimos justificándolo todo en nombre de la naturaleza, identificando “lo natural” con lo bueno , lo adecuado, lo bello, etc.? ¿No siguen siendo las tareas del hogar una cuestión de mujeres (sólo el 7% de los hombres españoles se reparte igualitariamente las tareas del hogar)? ¿No es ignorada la opinión de las mujeres en tertulias y medios de comunicación y altas esferas empresariales (ni un 10% de mujeres ocupa altos cargos) etc., dando la razón a André Amar cuando dice que en general  las mujeres son poco capaces para las ideas elevadas y las meditaciones serias?
Seamos sensatxs y hagamos un poco de autocrítica, que si “el bueno” de André Amar nos parece un reaccionario misógino, tal vez deberíamos pensar que, a día de hoy, quien más, quien menos, todxs somos André Amar.

1 comentario:

  1. ¿y esto no se puede hacer panfleto y leerlo en voz alta en los pasillos de los institutos?

    Me encanta lo que has escrito. Es tan necesario que debería como te digo ser parte de la banda sonora de los colegios formadores de identidades desde fuera de los individuos.

    Brillante. ;)

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